viernes, 11 de enero de 2013

LA ARQUITECTURA RAMBLEÑA

Visualización:

En una encrucijada de caminos, casi en el mismo corazón de Andalucía, elevada sobre un suave cerro, y con una geografía urbana típicamente andaluza de grandes y venerables casas señoriales, de artísticas rejas, paredes encaladas, y bellas plazuelas, se alza La Rambla, un pueblo donde el arte impregna todos los rincones y va unido inseparablemente a su paisaje y su historia.
Cuando nos acercamos a La Rambla, desde cualquier dirección, no podemos dejar de admirar su bien proporcionado paisaje, en el que destacan sobremanera las dos bellas y esbeltas torres, que le dan un cierto aire ecijano a nuestro pueblo.
La hoy conocida como Torre de las Monjas, perteneció a la Iglesia del antiguo Convento de Nuestra Señora de Consolación. De ésta queda parte del claustro, algunas dependencias, los gruesos muros apoyados en contrafuertes, y la torre, erigida en el siglo XVIII.
La torre, atribuida a Francisco Ambrosio, maestro y alarife del ayuntamiento de La Rambla, nos trae, en sus formas y su esbeltez, un leve recuerdo de la sevillana Giralda. Una placa en piedra, instalada en una de sus caras, nos recuerda la fecha en que fue erigida, 1757.
Construida en ladrillo visto, consta de tres cuerpos incluyendo su remate, separados por sendas cornisas: Uno alto y casi liso, salvo por dos vanos decorados al exterior, que constituyen el cuerpo fundamental, otro con doble galería de ventanas y rejas al exterior, donde se alojaron las antiguas campanas, hoy desaparecidas, y por último, el remate a modo de ancho pináculo, que tras la última intervención fue burdamente reconstruido, culminado en una veleta, con forma de perro.
La torre estaba situada a los pies del antiguo templo dominico, comunicado con el claustro, y tras la demolición del mismo, quedó en pié, pero fue parcialmente afectada en su parte superior por el efecto de un rayo.

En la última intervención, a comienzos de los 80 del siglo XX, fue afianzada su estructura, y se le realizó un acceso directo al exterior. Si bien fue una intervención discutida desde el punto de vista artístico, consiguió salvar este singular monumento rambleño.


La otra torre que nos ocupa, pertenece a la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción.
Dicha torre va indisolublemente unida a la portada plateresca del templo, si bien parecen obras de distinta época.
Es una torre muy similar a la anterior, aunque la torre dominica es más esbelta y delicada, tanto en proporción como en decoración.
Igual que esta cuenta con tres cuerpos similares, con cornisa (muy deteriorada) doble arquería para las campanas (fechadas estas en 1.807 y 1.891), y remate.
No está documentada ni su autoría ni la fecha en que se ejecutó.

Hasta aquí la descripción de ambas torres, esperamos que, pese a ser una breve reseña de las mismas, nos ayude a valorar estos monumentos, patrimonio rambleño, indisolublemente unidos al paisaje urbano de nuestro pueblo.

Tenemos, en definitiva, el reto de la conservación y mejoría del casco urbano y sus elementos históricos artísticos, ya que el patrimonio monumental es una de las claves para el auge del turismo y se está perdiendo de tal forma que poco a poco desaparecerá totalmente. Un ejemplo significativo es el Antiguo Claustro de la Consolación, actualmente integrado  parte de éste en el Cuartel de La Guardia Civil, y otra zona del edificio religioso lo configura Las Naves de Cerámica.

En nuestros días la Torre de las Monjas queda descontextualizada del conjunto original, que no se encuentra identificada en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz. En cambio, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se identifica como B.I.C. Por ello, se necesitaría revisar la “supuesta lista del patrimonio rambleño” con el fin de llevar a cabo la catalogación de numerosos edificios, incluyendo la Torre de las Monjas.


Marta Cañete Gómez
Antonio Raúl Raigón Nadales
Mª Del Carmen Serrano Jiménez

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