viernes, 21 de diciembre de 2012

¿En qué momentos nos encontramos?

 ¿Qué futuro nos espera?. Estas son dos de las grandes preguntas tan trascendentales como recurrentes. Unas cuestiones que tienen hoy por hoy un especial calado para la mayor parte de la ciudadanía española. Y es que la realidad, si bien no ha de ser menospreciada, merece de un enorme análisis crítico, donde la búsqueda de soluciones ha de ser la principal meta de todos los agentes políticos sociales y económicos. Hay que darle salida a los grandes problemas que, tras varias décadas, se han anquilosado en nuestro país. No parece esto sencillo aunque las nuevas líneas de pensamiento parecen tener la respuesta. Y lo que es más importante: la calle tiene la alternativa más real. 

Parece que la respuesta siga estando en la historia. 

Hagamos un pequeño recordatorio. Nuestra democracia nació en la clandestinidad, se desarrollo con  multitud de partidos políticos ilegales y maduró con la 'marcha' de los grises detrás de los miles de personas pidiendo  ¡libertad!. Los gritos de una esperanza de cambio decidida desembocaron en acuerdos políticos donde todo sirvió para  conseguir que  una nueva democracia naciera en el mundo. De esa época aparecen multitud de políticos que sacrificaron gran parte de su vida para mostrar una solidaridad para el resto de españoles. Muchos de ellos fallecieron. La última y más reciente: la figura inconfundible de un demócrata de izquierdas convencido: Santiago Carrillo.

Pero volvamos al tema central: la salida justa de una crisis financiera global sin parangón en la historia mundial. Llegados a este punto siento decir que no la conozco. Siento reconocer deciros que el plazo de salida está aún por ver. Pero me alegro al ver que gran parte de estas soluciones están saliendo del mismo lugar del que salimos de la dictadura: la calle. Unos ciudadanos que siguen diciendo que no a un sistema democrático que no representan aspiraciones sociales tan necesarias como justas. Un innumerable número de personas que estamos hartos de la falta de lealtad de nuestra clase financiera que se sigue apoyando con fondos públicos.
... Y todo ello sin que la clase dirigente defienda de forma clara los intereses de todos. 

No, siento decirlo, no estoy hablando de política. Mis pensamientos van dirigidos a todos aquellos que se aprovechan de situaciones de caos para 'hacer el agosto'. 

A ellos les pregunto ¿no les parece hora de escuchar?.
Como propuesta: el mensaje está enviado, ahora sólo falta querer recibirlo.
No busquemos culpables, encontremos soluciones.

Lo se, podría sonar a batallita, si bien analizado de fondo recuerda al movimiento 15-M o al 25-S pero con ciertos matices ya que la principal diferencia está en el 'momento económico' que llevamos viviendo desde hace una década: es entonces cuando aparece el segundo poder ¿no político?: la banca. O lo que es lo mismo, todos aquellos sistemas económicos que nos muestran ahora la manzana envenenada de la crisis. 
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Manuel Fernández Campos


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