¿Qué futuro nos
espera?. Estas son dos de las grandes preguntas tan trascendentales como
recurrentes. Unas cuestiones que tienen hoy por hoy un especial calado para la
mayor parte de la ciudadanía española. Y es que la realidad, si bien no ha de
ser menospreciada, merece de un enorme análisis crítico, donde la búsqueda de
soluciones ha de ser la principal meta de todos los agentes políticos sociales
y económicos. Hay que darle salida a los grandes problemas que, tras varias
décadas, se han anquilosado en nuestro país. No parece esto sencillo
aunque las nuevas líneas de pensamiento parecen tener la respuesta. Y lo que es
más importante: la calle tiene la alternativa más real.
Parece que la respuesta siga estando en la historia.
Hagamos un pequeño recordatorio. Nuestra democracia nació en la
clandestinidad, se desarrollo con multitud de partidos políticos ilegales
y maduró con la 'marcha' de los grises detrás de los miles de personas pidiendo
¡libertad!. Los gritos de una esperanza de cambio decidida desembocaron
en acuerdos políticos donde todo sirvió para conseguir que una
nueva democracia naciera en el mundo. De esa época aparecen multitud de
políticos que sacrificaron gran parte de su vida para mostrar una solidaridad
para el resto de españoles. Muchos de ellos fallecieron. La última y más
reciente: la figura inconfundible de un demócrata de izquierdas convencido:
Santiago Carrillo.
Pero volvamos al tema central: la salida justa de una crisis financiera
global sin parangón en la historia mundial. Llegados a este punto siento decir
que no la conozco. Siento reconocer deciros que el plazo de salida está aún por
ver. Pero me alegro al ver que gran parte de estas soluciones están saliendo
del mismo lugar del que salimos de la dictadura: la calle. Unos ciudadanos que
siguen diciendo que no a un sistema democrático que no representan aspiraciones
sociales tan necesarias como justas. Un innumerable número de
personas que estamos hartos de la falta de lealtad de nuestra clase financiera
que se sigue apoyando con fondos públicos.
... Y todo ello sin que la clase dirigente defienda de forma clara los
intereses de todos.
No, siento decirlo, no estoy hablando de política. Mis pensamientos van
dirigidos a todos aquellos que se aprovechan de situaciones de caos para 'hacer
el agosto'.
A ellos les pregunto ¿no les parece hora de escuchar?.
Como propuesta: el mensaje está enviado, ahora sólo falta querer recibirlo.
No busquemos culpables, encontremos soluciones.
Lo se, podría sonar a batallita, si bien analizado de fondo recuerda al
movimiento 15-M o al 25-S pero con ciertos matices ya que la principal
diferencia está en el 'momento económico' que llevamos viviendo desde hace una
década: es entonces cuando aparece el segundo poder ¿no político?: la banca. O
lo que es lo mismo, todos aquellos sistemas económicos que nos muestran ahora
la manzana envenenada de la crisis.
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